lunes, 7 de septiembre de 2015

Desde que papá escribió este texto en Facebook no me faltan los saludos ;)

Escrito por Miguel Mena (facebook, 7/9/2015)
Daniel siempre fue un niño muy sociable, pero al llegar a la adolescencia su gusto por la gente se ha extremado hasta el punto de que siente la necesidad de saludar prácticamente a toda persona con la que se cruza. Como no puede hablar, suele extender el brazo y en ocasiones acompaña ese gesto con un alarido de felicidad que a menudo provoca más de un sobresalto entre los viandantes. Dani es así, desinhibido y escandaloso. Como es normal, le gusta que le devuelvan el saludo, lo que suele ser motivo de más alegría. Pero muy pocas personas lo hacen. La mayoría de los saludados no saben cómo reaccionar y suelen manifestar su incomodidad mirando hacia otro lado, algo que a Dani no le arredra porque sigue saludando y saludando y saludando, incluso desde el coche, donde golpea la ventanilla con insistencia para saludar a viajeros de otros vehículos cada vez que nos detenemos en un semáforo.

En temas de atención a la discapacidad, nuestra sociedad ha dado un salto espectacular desde aquellos años de mi infancia en que las personas con retraso mental apenas salían de sus casas, sin embargo creo que todavía no nos han enseñado a mirar con normalidad al que es diferente, a integrarlo en nuestra cotidianidad como algo natural, no observarlo como si fuera un alienígena. Es algo que seguramente debería hacerse desde el colegio. Creo que ahí tenemos una asignatura pendiente, ya superada por aquellos que han asistido a colegios de integración o han compartido actividades con chicos y chicas discapacitados; algo que, me temo, solo ha vivido una minoría.

Ayer por la tarde dimos un largo paseo y Dani no paró de saludar y gritar de pura alegría. A todo el que se cruzaba: coches, bicis, parejas, familias completas. Ni una sola persona le devolvió el saludo. No pasa nada. No es grave, pero bastaría con un "hola" o con mover la mano para aceptarlo como es y devolverle un poco de su contagiosa sociabilidad.